lunes, 24 de noviembre de 2008

Porque era Mía

Como todas las tardes, se apostaba a la puerta de su casa y esperaba. Esperaba para ver con quien salía o entraba. Para saber que expresaba su rostro, como se movían sus piernas y su culo, sobre todo su culo.

Simplemente el verla sonreír en el momento de saludar a un vecino le ponía enfermo, y su mente sólo podía pensar en cual sería el motivo para que élla sonriera. Como era posible que a diferencia de él pudiera esbozar simplemente una sonrisa. Pero él sabía porque.

Sabía porque cuando entraba en el bar, cada día, todos le miraban con pena, riéndose. Pensaban que no se daba cuenta pero no era así. Sentía los ojos clavados en su nuca, y las risas esbozadas mientras hablaban entre éllos.

El sabia que alguno de éllos había tenido el cuerpo de élla entre sus manos, Y que sus manos habían apretado ese culo, mientras élla acercaba sus tetas hacía él esperando sentir sus dedos por todo.

El sabía como sus ojos miraban y su boca se entreabría al sentir cuando una polla entraba en su vagina, deseando que la follaran una y otra vez. Como se estremece al sentir un orgasmo tras de otro, y sus dedos se te clavan en la espalda cada vez con mas fuerza.

Sabía que era por eso que la sonrisa se le escapaba de entre los labios. Como cuando llego a casa aquella vez, y élla estaba cantado en la cocina, y él se había acercado para besarla, y le había dicho que no. El sabía que había estado con otro, y mil veces miraba en su bolso, registraba sus bolsillos, y aunque no encontró nunca nada, él lo sabía. Igual que el otro se reía cada que vez que se la follaba pensando que su polla no era suficiente para satisfacer a una mujer.

Luego se lo contó al juez, que la había pegado, que no quería vivir con él, siendo su mujer. “Ya no me miraba siquiera cuando llegaba a casa. Cuando me acercaba a su cuerpo me rechazaba después de llevar todo el DIA trabajando. Pero un día me di cuenta de todo y empecé a saber. Y la obligue a que me mirara, a que me deseara porque yo se que le gustaba, y era mi mujer”, había declarado.

La semana pasada la descubrió saliendo del portal con ese hombre, y no pudo mas, se acerco con un palo y lo estrello contra su cabeza, mientras élla gritaba que era el fontanero, que estaba loco que la dejara en paz. Los vecinos miraban y ninguno hacia nada. Le llevaron a comisaría y cuando salio solo dijo una cosa: “Es mi mujer”

Y ahora estaba allí, mirándola, como muchos días. Miraba como se contorneaba su cuerpo y como sonreía después de mucho tiempo. Al principio le había llamado la atención el ver esa sonrisa, hacía mucho tiempo que no la veía, y eso le hacía estar mas seguro. Esa sonrisa le insultaba, le decía que podía ser feliz sin él, que otro hombre la hacía sonreír. Su mujer se reía de él y no lo podía soportar.

Así que ese mediodía no había ido a trabajar. Paro en la gasolinera y compro 5 litros de gasolina, y se fue para su casa. Ella llevaba hacia días esa gabardina tan ajustada que resaltaba sus curvas, sabiendo que él le había prohibido ponérsela desde el día que se la compro, que se ponía enfermo de sentir como provocaba a los demás.

No podía permitir que su mujer se riera de él. Salio de la esquina y con pasos rápidos se dirigió hacía élla, y a 5 metros le chillo: “Melisa”. Ella se volvió, él levanto la garrafa con la gasolina y se la tiro encima de la gabardina. La gabardina se abrió, y élla saco una escopeta recortada, mientras él buscaba el encendedor. Sonaron tres tiros, uno detrás de otro, despacio, sin prisas. El primero lo tumbo al suelo, el segundo le reventó los huevos y el tercero destrozo su pecho.

Un coche se acerco inmediatamente hasta élla, y la puerta trasera se abrió. Su padre y su hermano iban delante. Ella subió dentro con la gabardina cubierta de gasolina y la escopeta en las manos. Su padre se volvió y le dijo: “Trae hija, bien hecho”. Su hermano miraba el cadáver para ver si se movía. El coche se marcho.

La policía llego después, preguntaron a todos los vecinos, pero ninguno había visto nada. Entraron en su casa, y la llamaron al teléfono móvil, pero élla no contestaba. Al día siguiente nadie preguntaba y todos sonreían.

A fin de cuentas solo se habían roto un par de huevos.

3 comentarios:

ASTEROIDE B 612 dijo...

Enfermizo el poder del dominio. No todas tienen tanta determinación ni tanta suerte. Bravo por el texto.

PHAROS dijo...

Me gusta porque desgraciadamente es real, pero el final de ella en la realidad se ve poco, bravo por el coraje de ella
besos

Angel Exterminador dijo...

Ese el uno de los grandes enigmas de este mundo. Porque la gran mayoria de estas tragedias no terminan como mi relato? Porque uno de los derechos basico de toda, la autodefensa, no es ejercido por la gran mayoria de mujeres en una situación de pánico y agresión casi total?
Puedes responderme? es una de las grandes incognitas de mi vida.
Dentro de unos días escribire algo sobre este tema. Me atraen las grandes incognitas.